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Mientras continúa la investigación, la ingeniería climática también se enfrenta a muchas críticas.
El Intergovernmental Panel on Climate Change [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] o IPCC por sus siglas en inglés ha descrito la SRM como una teoría “no probada”. Así mismo, sugiere que “implicaría numerosas incertidumbres, efectos secundarios, riesgos y deficiencias, además de una gestión particular y unas implicaciones éticas.”
“A pesar de los bajos costes potenciales y estimados relativos al desarrollo de las tecnologías SRM, no se enfrentarán necesariamente a una prueba de coste-beneficio que tenga en cuenta la cantidad de riesgos y efectos secundarios”, afirmó el IPCC en su Quinto Informe de Evaluación en 2014.
Más recientemente, el laboratorio de ideas del Climate Analytics [Análisis Climático] publicó un artículo similar en el que decía que los riesgos serían demasiado altos. Se señaló que la SRM no es una solución global al cambio climático, ya que solo “enmascara el calentamiento temporalmente” y, por ejemplo, no podría salvar los arrecifes de coral de los daños graves.
“La gestión de la radiación solar no se puede detener, revertir o redirigir de ninguna manera al problema de la profunda y peligrosa acidificación de los océanos, que amenaza los arrecifes de coral y la vida marina. Esto ocurre porque no reduce las emisiones de CO2 y, por lo tanto, influye en la concentración atmosférica de dióxido de carbono”, dijeron los autores del artículo, que se publicó en diciembre del año 2018.
“La SRM no contrarresta los demás efectos incrementados de la concentración de CO2 en la atmósfera, que afecta negativamente a los ecosistemas terrestres y a la biosfera marina.”
Los autores también sostienen que la SRM podría perjudicar el potencial de los proyectos de energía solar y afectar a los esfuerzos por producir alimentos, porque reduciría la cantidad de radiación solar que alcanza la superficie terrestre.
Entre el movimiento medio ambiental, algunos temen que este último esfuerzo de investigación podría desviar la atención del cometido fundamental para dar rápidamente el salto de los combustibles fósiles a la energía limpia.
“Experimentar con tecnologías de riesgo como es la Gestión de la Radiación Solar y otras técnicas de la geoingeniería no es la respuesta a la crisis climática actual, sino más bien una distracción peligrosa a la hora de abordar las emisiones en su origen”. Así lo afirma Sara Shaw, la coordinadora del Climate Justice and Energy International Programme [Programa Internacional de Energía y Justicia sobre el Clima]”.
“Seguir las locas fantasías de la geoingeniería solo conseguirá que las compañías que se dedican a los combustibles fósiles dejen a un lado y retrasen la necesaria revolución energética.”
Shaw añade que la interferencia en el complejo sistema climático y oceánico “probablemente provoque unos impactos graves e irreversibles en la gente y en los ecosistemas.”
Por otra parte, Parker cree que los riesgos de la geoingeniería deben sopesarse frente a los del cambio climático, si continúa con niveles peligrosos.
“La quimioterapia es algo horrible, peligroso, desagradable y tiene efectos secundarios físicos muy desagradables, pero las personas que se someten a un tratamiento de quimioterapia se basan en la percepción de los riesgos que tiene el cáncer”, cree Parker.
“Y lo mismo pasa con la geoingeniería solar: nadie en su sano juicio estaría de acuerdo en esta práctica, pero se considera una respuesta a una amenaza posiblemente mayor. Y como cualquier persona que esté intentando hacerse una idea del riesgo que supone, se trata de ponerlos en una balanza.”
Tal y como ocurre con los riesgos de la quimioterapia, solo se pueden entender examinando las consecuencias que supone el cáncer. “Las exposiciones a la geoingeniería solar sólo se pueden comprender observando los problemas que pueden surgir de estas prácticas y dándose cuenta de que las temperaturas siguen aumentando”, añade.
Moore, también señala los impactos del cambio climático como razón para investigar las opciones de la geoingeniería. Hace referencia a algunos de los elementos habituales en el negocio de las emisiones de gases de efecto invernadero, declara. “Existen amplias evidencias de que serán absolutamente desastrosos desde cualquier perspectiva (nivel del mar, agricultura, etc.).”
Mientras tanto, Masahiro Sugiyama, un profesor asociado del Institute for Future Initiatives [Instituto para Iniciativas Futuras] de la Universidad de Tokio (previamente denominado Instituto de Investigación de Políticas Alternativas), define a la ingeniería climática como “una póliza de seguros” digna de mayor investigación.
Sugiyama ha participado en varios proyectos para medir la reacción del público a la idea de la geoingeniería en Japón. Se ha dado cuenta de que el público en general no está muy familiarizado con ella. Este hecho se confirmó cuando Global Ground Media preguntó a finales de marzo a la gente por las calles de Tokio si habían oído hablar de ello.
Sugiyama y otros investigadores dirigieron grupos de debate con los ciudadanos japoneses en el año 2015 sobre el concepto de la geoingeniería en general. Concretamente, sobre las pruebas que se basa en la liberación de aerosoles estratosféricos, algo que requería una explicación.
“La concienciación es muy baja al principio, las personas están realmente asustadas por la posibilidad de que se realicen estas prácticas de geoingeniería, y yo pienso que estaban preocupados por los posibles efectos secundarios de la misma”, declara. “Creo recordar que uno de los entrevistados dijo que esto se debería probar fumigando aerosoles sobre los científicos que defienden esta tecnología.”
Sugiyama afirma que la gente no se atreve porque perciben el sistema climático como algo complejo e interconectado. Saben, por ejemplo, que un accidente ferroviario en una parte de Japón puede provocar interrupciones en toda la red ferroviaria. “Las personas, por su experiencia, piensan que tiene que ser complicado”, explica. “Así que, siempre que modificamos un aspecto del clima, ¿qué tipo de impactos podría tener en otras partes del mismo? Están, naturalmente, preocupados sobre este tipo de efectos secundarios en el ambiente.”
No obstante, Sugiyama dice que los entrevistados del grupo de debate no excluyen la geoingeniería de inmediato, sino que están abiertos a futuras investigaciones, siempre y cuando se pongan en marcha los controles adecuados.
Los investigadores que trabajan en los proyectos DECIMALS deben presentar sus conclusiones a finales del año 2020. Mientras tanto, planean promover el debate sobre las cuestiones que están en juego en sus países mediante talleres con expertos, con los responsables políticos, con las organizaciones no gubernamentales y con el público en general.
Parker mantiene que la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero debe seguir siendo el objetivo principal de la política medioambiental en los gobiernos de todo el mundo, un esfuerzo que debe “aumentar en masa.” La SRM sostiene que se deben percibir como una forma potencial para reducir los riesgos de los gases de efecto invernadero que los países ya han emitido a la atmósfera. La Tierra ya se ha calentado alrededor de 1 grado Celsius por encima de los niveles previos a la época industrial y los científicos del clima han indicado que, incluso si las emisiones derivadas de la combustión de combustibles fósiles finalizara hoy, aún se produciría un calentamiento, debido al tiempo transcurrido en el aumento de la temperatura en el aire.
Los científicos del grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), hizo sonar la alarma el pasado mes de octubre cuando se descubrió que un aumento de 1,5 grados centígrados debe ser el máximo absoluto después del inesperado derretimiento del hielo polar. Según ellos, actualmente la humanidad tiene solo 11 años para reducir las emisiones radicalmente o enfrentarse a las consecuencias.
Cuando se sopesan los riesgos por la posible implementación de la SRM en el futuro, dice Parker, lo que más le preocupa es la dimensión socio-política. En teoría, un país puede elegir desarrollar esta tecnología de forma unilateral y afectar a todo el planeta.
“Así que, ¿qué pasaría en respuesta a eso? ¿Quieres conseguir que la geoingeniería provoque un conflicto e incluso una guerra entre naciones?”, pregunta Parker.
“Aunque la geoingeniería funcionase a la perfección, que nunca lo haría, pero incluso si lo hiciera y supiéramos que no se produciría ningún efecto secundario, ¿cómo conseguiríamos un acuerdo, por ejemplo, entre Rusia y la India sobre dónde colocar el termostato global? Porque, por separado, Rusia podría beneficiarse de un planeta más cálido y parece probable que la India sufriría desproporcionadamente. Entonces, ¿cómo se alcanza un acuerdo, incluso para apagar el sistema?”
La SRM, añade Parker, nunca podrá ser una alternativa a la reducción de las emisiones. “Solo podría enmascarar de forma deficiente los impactos del calentamiento. No sirve para solucionar el problema. Es posible que pudiera ser capaz de reducir algunos riesgos, pero si lo que realmente queremos es un clima futuro sano, necesitamos una enorme reducción de las emisiones, tan pronto como podamos gestionarla.”
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Article and video by Daniel Hurst.
Editing by Mike Tatarski.
Video editing by Katya Skvortsova.
Illustrations by Imad Gebrayel.
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