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Para entender las actuales relaciones entre los grupos étnicos de Birmania tenemos que remontarnos a cientos de años atrás. En aquellos tiempos, los antiguos reinos, como el birmano, el de Arakan y el Mon-Khmer, permanecían atrincherados en conflictos que, con el tiempo, instauraron una llanura central dominada por los birmanos.
Durante siglos, otros grupos étnicos y poblaciones minoritarias también establecieron sus zonas propias en las tierras fronterizas que corresponden, grosso modo, a los siete estados étnicos de la actual Birmania: Arakan, Chin, Kachin, Kayin o Karen, Karenni, Mon y Shan.
La anexión británica del Reino Burman en 1886 generó consecuencias trascendentales para las etnias de Birmania. Esta herencia todavía repercute en la actualidad.
“Cuando llegaron los colonos utilizaron una estrategia llamada ‘divide and rule’ [divide y vencerás]”, afirmó el investigador independiente Kim Jolliffe, que pone el foco en el conflicto y en las cuestiones humanitarias. “Se opusieron explícitamente a la mayoría de los Bamar, los cuales creían que formaban las fuerza más poderosa y con más probabilidades de liderar una insurrección”.
Esta estrategia llevó a los británicos a construir dos sistemas independientes, aseguró Jolliffe: El Burma Proper [Territorio Birmano], dominado por la mayoría birmana, y el de las “Zonas Fronterizas”, subordinados por los grupos étnicos. Fue durante este tiempo cuando algunos grupos étnicos, como los Karen, comenzaron a recibir el favor de los británicos, mientras que a los birmanos se les arrebató el poder mayoritario. Jolliffe explicó que el creciente sentimiento nacionalista entre los birmanos a principios del siglo XX se puede atribuir a este acontecimiento.
“En los años veinte y treinta, existían dos asuntos relacionados con la gran insurrección nacionalista liderada por los birmanos; fueron marginados y excluidos del poder, sintieron que les habían arrebatado su reino… y [más tarde] el sistema político los marginó”, aseguró. “Y constituían la mayoría, lo cual derivó en el surgimiento de la ‘Burman political culture’ [cultura política birmana].
Con la insurrección nacionalista llegó el empujón final para que Birmania se independizara de Gran Bretaña. Durante esta independencia, empezó a cobrar protagonismo el líder militar Aung San al negociar a última hora el acuerdo que derivaría en la liberación de Birmania del yugo británico.
Dos semanas después de firmar el acuerdo de independencia con Gran Bretaña, el 12 de febrero de 1947, Aung San firmó el Acuerdo de Panglong junto con los diferentes líderes étnicos de Birmania. Se trataba de un documento que se convertiría en un punto de confluencia para las organizaciones étnicas de todo el país durante las décadas posteriores.
El acuerdo declaraba que habría “plena autonomía en la administración interna para las Zonas Fronterizas”, lo cual sentó las bases para un sistema más federalista en Birmania. El nombre del país se cambió oficialmente en 1989, aunque “Birmania” y “Myanmar” todavía se usan de forma indistinta.
Sin embargo, un 19 de julio de 1947 a última hora de la mañana, solo seis meses antes de que Birmania se independizase por completo de los británicos, unos paramilitares armados asaltaron el Gran Edificio de Ministros en el centro de Rangún, que era la capital en aquel momento. Asesinaron a Aung San y a varios ministros de su gobierno. A día de hoy, toda Birmania guarda luto una vez al año por el asesinato.
Durante el Día de los Mártires, afuera de la Secretaría donde tuvo lugar el asesinato de Aung San, personas vienen a rendir luto y rezar por el aniversario de su muerte. El afiche muestra su ícono en el centro. (Yangon, 19 de julio de 2017)
Aunque Birmania consiguió la independencia, el proceso de reconciliación entre los líderes étnicos del país se suspendió cuando el Partido Comunista de Birmania protagonizó una insurrección. Esto empujó a Birmania a la guerra civil pocos meses después de ser independiente.
En 1962, el general Ne Win, un ex primer ministro, tomó el poder en el gobierno democrático y de transición. Hicieron caso omiso de las leyes que se habían firmado anteriormente, incluido el Acuerdo de Panglong, y sumieron al país durante décadas en un brutal gobierno militar. Este reprimió la libertad de expresión, a los partidos de la oposición y a los federalistas étnicos.
“Si los acuerdos de Panglong se hubieran cumplido según lo acordado, no habría habido guerra civil, sino autodeterminación”. Así lo comentó Sao Hso Ten, presidente del Shan State Progress Party/Shan State Army-North [Partido por el Progreso en el Estado de Shan / Ejército del Estado de Shan-Norte], que se ha involucrado en la guerra civil de Birmania desde la década de 1960. “Sin embargo, [los acuerdos] no se cumplieron y, en su lugar, se creó un gobierno militar”.
Mientras el ejército birmano, conocido como Tatmadaw, esperaba expandir su poder y reivindicar la cultura birmana suprimida por los británicos, puso en marcha una política de “birmanización”. El objetivo era unificar el país mediante la homogeneización de sus habitantes. Para empezar, se prohibieron la enseñanza o el uso de idiomas, religión, cultura e historia étnicos.
“Hubo un tremendo empujón para rehacerlo todo sobre la ‘auténtica’ cultura birmana… se suponía que iba a rechazar el colonialismo, pero terminó siendo más poderoso con las minorías étnicas de todo el país”, declaró Jolliffe en relación a la forma en que las políticas agudizaron las tensiones entre el Tatmadaw y los grupos étnicos. “Las políticas eran muy militaristas, y suponían una razón de peso por la que los grupos étnicos sentían que su cultura estaba amenazada”.
En la década de 1960, durante el transcurso de la guerra civil, el ejército birmano comenzó a utilizar la estrategia ‘Four Cuts’ [Cuatro Cortes]. Estaba destinada a eliminar el apoyo de las comunidades étnicas a los ejércitos de la oposición étnica y cortar los cuatro vínculos principales, entre los que se encontraban los alimentos, la financiación, los servicios de inteligencia y los reclutamientos. Los resultados de la estrategia fueron devastadores, según explicó Jolliffe.
“La estrategia se basa en la necesidad de combatir contra el refugio de los insurgentes y quitarles el apoyo de la población local”, afirmó. “El impacto de dicha estrategia se acerca mucho a una especie de limpieza étnica, aunque no sea intencionada, ya que se trata de poner en la diana a unos grupos étnicos en particular”.
Para reducir el apoyo de la población campesina a los ejércitos étnicos, el ejército birmano comenzó a reubicar, atacar y destruir aldeas, en las cuales se solía torturar y asesinar a cualquier sospechoso de ayudar a los grupos de la oposición. Comunidades enteras se vieron obligadas a desplazarse a zonas valladas y sujetas a un estricto control militar.
Según Human Rights Watch [Observatorio de los Derechos Humanos], durante ese tiempo y durante las décadas siguientes, los militares cometieron numerosas violaciones bien documentadas de los derechos humanos. Entre ellas, se incluían “ejecuciones sumarias y generalizadas, saqueos, torturas, violaciones y otros actos de violencia sexual; detenciones y torturas arbitrarias; trabajos forzosos, reclutamiento de niños soldados, así como desplazamientos y demoliciones de aldeas enteras” como parte de las operaciones contra los grupos armados de la oposición y de las minorías étnicas. Todo lo cual, dijo Jolliffe, dejó cicatrices permanentes en las comunidades étnicas del país.
“A día de hoy, la gente todavía esconde sus cosas, entierra comida y establece lugares designados para evitar a las patrullas militares birmanas”, aseguró.
Casas en fila en la Iglesia Lisu en el Campamento de Desplazados Interno en Namtu. Más de 200 personas viven en dicho campamento, el cual fue creado en julio de 2006 después de que estallaron los enfrentamientos entre las Organizaciones Armadas Étnicas (EAOs en inglés) en la región. (Namtu, 18 de junio de 2019)
La guerra civil se prolongó durante los años setenta y ochenta y acabó con los recursos de muchos grupos étnicos. En la década de los noventa, muchos grupos étnicos armados no pudieron resistir durante más tiempo los ataques militares intensivos y firmaron acuerdos de alto el fuego. Algunas de estas alianzas se rompieron posteriormente, mientras que otros provocaron la aparición de nuevos grupos armados. Algunos líderes étnicos se sintieron atraídos por los militares birmanos y firmaron acuerdos basados en privilegios y beneficios económicos. Más tarde, los transformaron en milicias respaldadas por Tatmadaw, la mayoría en zonas étnicas.
Otro punto importante de controversia entre los grupos étnicos y los militares fue el borrador de la constitución de 2008, cuya versión final todavía está vigente en Birmania a día de hoy.
Este documento generó muchos cambios: aceptó a algunos grupos armados y los convirtió en milicias aliadas a Tatmadaw, es decir, que los colocó bajo el control directo del ejército birmano. También se decretó que nadie casado con una persona que no fuera ciudadano de Birmania pudiera presentarse a presidente. Esto significaba que Aung San Suu Kyi, hija del héroe revolucionario Aung San y líder de la National League for Democracy [Liga Nacional para la Democracia] (un importante partido de oposición), así como las viudas de ciudadanos británicos, nunca podrían llegar a ser presidentes.
También se reservó el 25 % de los escaños parlamentarios para el Tatmadaw, lo suficiente como para disponer del poder de veto sobre cualquier nueva ley. Esto se hizo, según Jolliffe, para “asegurar el poder de los militares” y garantizar que los movimientos en pro de la centralización permanecieran bajo el control de Tatmadaw.
“En esencia, la constitución está muy centralizada todavía. Este es uno de los problemas que los grupos armados le encuentran”, manifestó Jolliffe.
Las organizaciones internacionales condenaron a la nueva constitución, incluso a la Amnistía Internacional, que calificó el documento de “esfuerzo por socavar el respeto a los derechos humanos y a afianzar el dominio y la impunidad militar”. Algunos grupos locales, como la National League for Democracy, la All Burma Monks’ Alliance [Alianza de Todos los Monjes de Birmania], organizaciones étnicas armadas y otros, también rechazaron la legislación.
“Los militares dirigieron y siguen dirigiendo la constitución, además de ser un gobierno de tipo militar”, explicó Sao Hso Ten, el presidente del Shan State Progress Party/Shan State Army-North de Shan a Global Ground Media.
El patrón del SSPP / SSA (brazo armado del Partido del Progreso del Estado Shan), el General Sao Hso Ten, se sienta en la sede de la oficina de la SNLD (Liga de las Nacionalidades Shan para la Democracia) en Yangon, Myanmar. (Yangon, 27 de junio de 2019)
Poco después de las elecciones generales de noviembre de 2010, el gobierno dirigido por el entonces presidente y ex general militar Thein Sein, comenzó a negociar también nuevos acuerdos de alto el fuego con distintos movimientos étnicos de resistencia. La comunidad internacional no consideró que las elecciones fueran ni libres ni justas, ya que el partido respaldado por los militares mantenía el poder.
Ese mismo año, Aung San Suu Kyi fue liberada del arresto domiciliario bajo el cual había estado sometida durante más de 15 años. El día siguiente a su liberación dijo que “se necesita una segunda Conferencia Panglong que aborde las inquietudes del siglo XXI sobre la reconciliación nacional”, en referencia al conflicto civil que sigue aún vigente en Birmania.
Cinco años después, en octubre de 2015, se firmó el National Ceasefire Agreement (NCA) [Acuerdo Nacional de Alto el Fuego] después de dos años de intensas negociaciones.
“El acuerdo de alto el fuego a nivel nacional es un regalo histórico para nuestras futuras generaciones”, alegó Thein Sein durante la ceremonia de firma en Naypyidaw, la actual capital del país. “Esta es nuestra herencia. Ya se ha abierto el camino hacia la paz futura en Birmania”.
Sin embargo, el NCA vino acompañado de advertencias importantes, ya que dos de las organizaciones armadas y étnicas más grandes, el United Wa State Army [Ejército Unido del Estado de Wa] y la Kachin Independence Organisation [Organización para la Independencia del estado de Kachin], no lo habían firmado. Otros grupos invitados se negaron a participar en el proceso o se retiraron durante las negociaciones debido a la percepción de injusticia. Los combates continuaron también en los estados de Shan y Kachin cuando se firmó el alto al fuego.
No obstante, el siguiente mes trajo algo más de esperanza para la paz, ya que Birmania celebró sus primeras elecciones libres y justas a nivel nacional.
La National League for Democracy de Aung San Suu Kyi, que incluía “la igualdad de derechos para todas las nacionalidades y religiones” como parte de su programa electoral, ganó por lo que algunos calificaron de “victoria aplastante”. Esto le dio esperanzas para poder continuar por fin con el proceso de paz que había dejado su padre casi 70 años atrás.
El secretario de Estado de Estados Unidos y Daw Aung San Suu Kyi, reunidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Naypyidaw el 15 de noviembre. (Naypyidaw, 15 de noviembre de 2017)
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Article and photography by Victoria Milko.
Editing by Mike Tatarski and Anrike Visser.
Illustrations by Imad Gebrayel.
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