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¿Es el momento de implementar una nueva estrategia radical para combatir el cambio climático?

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25 June 2019

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Algunos pueden pensar que es una locura. Otros que se trata de un acto de desesperación debido a la falta de acción contra el cambio climático. A pesar del matiz negativo, son comentarios de investigadores que abogan por un mayor estudio sobre la ingeniería climática. Creen que puede ser la solución para mitigar el calentamiento climático.

La ingeniería climática o geoingeniería es un término muy amplio que puede llegar a abarcar un abanico de posibles intervenciones y a gran escala en el clima de la Tierra. El objetivo es reducir o revertir la tendencia al calentamiento. Los investigadores han contemplado un nuevo planteamiento: los aviones podrían rociar partículas reflectantes en forma de aerosol a la estratosfera, con el propósito de devolver la luz solar al espacio. Esto podría reproducir el efecto de enfriamiento que realizan las partículas de sulfato liberadas por las erupciones volcánicas. Este esfuerzo sería un proceso continuo y debería coordinarse a nivel mundial para ser efectivo.

Este enfoque puede sonar dramático o arriesgado. Sin embargo, los defensores de esta nueva investigación afirman que la única razón por la que se está contemplando esta teoría es que los líderes políticos y mundiales no han conseguido reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero o, al menos, no lo suficiente para evitar los impactos más importantes de un clima más caluroso.

“Siempre he creído que la idea de la geoingeniería es una locura y, de hecho, lo es”, declara el profesor John Moore, responsable de dirigir un programa de investigación sobre la geoingeniería en la Normal University de Pekín.

“En su sano juicio, ninguna sociedad elegiría la geoingeniería. La estamos contemplando porque seguir el curso de acción correcto requiere más coraje del que tienen los líderes políticos de todo el mundo. Por lo tanto, estamos ante una situación compleja.”

Andy Parker, un honorable investigador de la Universidad de Bristol, comenta en una llamada de Skype a Global Ground Media que el Acuerdo de París del año 2015 para reducir las emisiones globales ha sido “un paso adelante, necesario y absolutamente crucial para la política contra el cambio climático.” No obstante, advierte de que, incluso si las naciones redujeran las emisiones en las cantidades prometidas, la temperatura mundial seguiría aumentando unos 3 grados centígrados por encima de los niveles previos a la época industrial.

Conforme al Acuerdo de París, los países se comprometieron a mantener el incremento de la temperatura global durante este siglo “muy por debajo” de los 2 grados centígrados e intentar contenerla en 1,5.

No obstante, a cada país que firmó el acuerdo se le concedió la libertad de fijar sus propios objetivos para reducir las emisiones. Sin embargo, Estados Unidos, bajo el mandato del Presidente Donald Trump, se ha alejado del acuerdo. Según un análisis del “Climate Action Tracker” [Controlador de la Acción Climática], se estima que las políticas vigentes en todo el mundo arrojan “resultados de unos 3,3 grados centígrados de calentamiento por encima de los niveles previos a la época industrial.”

Durante la videollamada, Parker se sienta enfrente de una colección de huesos pertenecientes al tigre con dientes de sable, extinguido hace bastante tiempo, en el departamento de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Bristol. En la actualidad, está valorando los riesgos del cambio climático para la humanidad y destaca la situación de emergencia: “Creo que el hecho de que las personas estén estudiando la gestión de la radiación solar (SRM, por sus siglas en inglés) y considerando seriamente la posibilidad de bloquear el sol, es una manifestación del estado de desesperación al que hemos llegado.”

Continúa: “El hecho de que conozcamos el cambio climático desde hace décadas y de que, sin embargo, no se haya actuado lo suficientemente rápido mediante la reducción de las emisiones a tiempo para evitar lo que parece ser un riesgo climático muy alto… es lo que ha provocado que la gente empiece a investigar estos enfoques alternativos.”

Parker también es el director del proyecto “SRM Governance Initiative” [Iniciativa de Gobierno para la SRM], que tiene como objetivo fomentar los debates sobre cómo se deben gestionar estas propuestas si se llegan a implementar; una tarea desalentadora, dados los intereses enfrentados de los países mundiales. La propuesta es un proyecto internacional con sede en la World Academy of Sciences [Academia Mundial de Ciencias] en Trieste, Italia, y del Environmental  Defense Fund [Fondo de Defensa Ambiental de San Francisco] en Estados Unidos. Este proyecto ha concedido recientemente subvenciones a ocho equipos de investigación para evaluar los impactos de ese tipo de intervenciones en países en desarrollo y en las economías emergentes, ya que todos deben participar en el debate sobre el cambio climático.

“En pocas palabras, la geoingeniería solar es más importante para los países en vías de desarrollo,” afirma Parker mientras que explica la razón de este último enfoque de investigación.

“Normalmente, los países en vías de desarrollo se encuentran en primera línea del cambio climático, por lo tanto, si la SRM funciona realmente bien, son los que más se beneficiarán. Si por el contrario saliera mal y se produjeran horribles efectos colaterales, entonces los países subdesarrollados serían los que peor parados saldrían, porque suelen ser menos resistentes a los cambios ambientales que los países más ricos del mundo. Por esta razón, deberían jugar un papel central en la investigación, debate y evaluación de la geoingeniería, aunque, hasta la fecha, la mayoría de la investigación se ha llevado a cabo en los países con mayor riqueza.”

Los ocho proyectos que sirven como modelo compartirán un total de 430.000 dólares estadounidenses en subvenciones. El fondo Developing Country Impacts Modelling Analysis [Análisis sobre el Modelo de Impacto en los Países Subdesarrollados] para la SRM (DECIMALS) e incentivado por la SRM Governance Inititaive fue el responsable de la donación, el cual recibió apoyo del Open Philanthropy Project [Proyecto sobre la Filantropía]. Todos ellos se eligieron entre 75 propuestas de 30 países distintos.

Cada uno de los proyectos tiene un enfoque distinto para averiguar cuáles son los pros y las contras de la geoingeniería en cada país o región. Los investigadores aseguran que no están realizando experimentos al aire libre, sino que están utilizando la modelización asistida por ordenador para calcular los posibles impactos.

Por ejemplo, en Indonesia, un equipo de investigación evaluará cómo el uso de la ingeniería climática podría alterar la incidencia de las inundaciones y las sequías en el país. El equipo, con sede en el Sepuluh Nopember Institute of Technology [Instituto Tecnológico Sepuluh Nopember] de Surabaya (Java Oriental), también se encargará de examinar el posible impacto en el índice de estrés térmico. Se trata de una medida que tiene en cuenta no solo la temperatura, sino también la humedad. Cuando es alto, las personas pueden ser vulnerables al estrés térmico, una enfermedad potencialmente peligrosa que puede derivar en deshidratación e incluso en muerte.

“Debido al cambio climático, durante la estación de lluvias y las precipitaciones fuertes, se producen inundaciones con más frecuencia en muchos lugares de Indonesia, ” explica el Investigador Principal del proyecto, Heri Kuswanto. También es el coordinador del Grupo sobre Cambio Climático en el Sepuluh Nopember Institute of Technology’s Centre for Earth, Disaster and Climate Change [Instituto del Centro Tecnológico de Tierra, Desastres y Cambio Climático Sepuluh Nopember].

“Mientras tanto, la duración y la magnitud de las sequías en algunas partes de Indonesia son cada vez más elevadas.”

Kuswanto cree que la investigación es fundamental para Indonesia, porque es uno de los países mal vulnerables al impacto del cambio climático. “La alteración del periodo estacional, las sequías prolongadas y la mayor intensidad de las precipitaciones hasta niveles extremos son algunos de los ejemplos evidentes del calentamiento global, entre otros”. “Es una realidad actual. En Indonesia cada vez hace más calor con el paso del tiempo. Si no hacemos nada para detener este aumento de la temperatura, ¿qué ocurrirá en los próximos 50 o 70 años? ¿Qué le ocurrirá a nuestros hijos? ¿Qué le pasará a los demás animales?”

Sin embargo, Kuswanto advierte de que esta investigación no está destinada a apoyar la aplicación de la ingeniería climática. En su lugar, los investigadores “permanecen imparciales” y el objetivo es indicar si estas intervenciones podrían tener un impacto positivo o negativo en las temperaturas extremas y en los cambios de las precipitaciones. “Si es positivo, entonces se proporcionará una justificación científica para continuar con la SRM. De lo contrario, se tendrán que investigar otras estrategias”, comenta.

Es posible que la ingeniería climática presente a los responsables de la toma de decisiones una serie de compromisos difíciles. Por ejemplo, un punto que posiblemente pueda ponerse como ejemplo de los impactos sobre la salud que se tendrán en cuenta en otros proyectos de DECIMALS financiados en Bangladesh.

Conseguir una reducción en las olas de calor y las inundaciones podría reducir la incidencia del cólera en Bangladesh, pero el proceso contrario de enfriamiento podría aumentar la prevalencia de la malaria. El equipo de investigación, con sede en el International Centre for Diarrhoeal Disease Research [Centro Internacional para la Investigación de la Diarrea] de Daca, revisará varios escenarios con distintas temperaturas y niveles de precipitaciones y analizará lo que supondría para la salud.

El investigador Mohammed Mofizur Rahman, principal coinvestigador del proyecto, ha visto meta-análisis que sugieren que la tolerancia contra la malaria (portador) está cambiando. El equipo de investigación examinará la repercusión para la transmisión de la enfermedad, en caso de que se implemente la SRM. “Por lo tanto, queremos probarlo en simulaciones por ordenador.”

Como ocurre con el resto de investigadores, Rahman dice que no está ni a favor ni en contra de la ingeniería climática; solo quiere garantizar un debate con fundamento.

Bangladesh, uno de los países más vulnerables al clima, necesita desarrollar su propia base de investigación para asegurarse de que puede tomar decisiones que tengan en cuenta los impactos locales, añade.

“La voz de las personas realmente afectadas no se escucha”, explica Rahman.

Parker describe el proyecto de Bangladesh como “un bonito y pequeño microcosmos para analizar toda la SRM por sí sola. Van a trabajar cuidadosamente con él a través de los complejos y posibles riesgos y beneficios. Descubrirán que ni todo son elementos positivos ni negativos.”

En cambio, Parker reconoce que “es posible que parezca un panorama mixto y desordenado; averiguar a quién podría beneficiar o perjudicar o dónde y cuándo es adecuado dar el primer paso para ser capaces de realizar una buena evaluación.”

Moore, de la Normal University de Pekín, servirá como colaborador de investigación en los proyectos de DECIMALS y ayudará a los equipos a entender cómo utilizar los modelos de ingeniería climática existentes y aplicarlos a las propias cuestiones de la investigación.

“Creo que la conversación que ha tenido lugar hasta la fecha”, dice Moore, “ha estado demasiado centrada en el punto de vista occidental y pienso que es necesario escuchar las voces de las personas afectadas por el cambio climático con mucha más atención de lo que se ha hecho hasta ahora.”

Enmascaramiento del problema

Mientras continúa la investigación, la ingeniería climática también se enfrenta a muchas críticas.

El Intergovernmental Panel on Climate Change [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] o IPCC por sus siglas en inglés ha descrito la SRM como una teoría “no probada”. Así mismo, sugiere que “implicaría numerosas incertidumbres, efectos secundarios, riesgos y deficiencias, además de una gestión particular y unas implicaciones éticas.”

“A pesar de los bajos costes potenciales y estimados relativos al desarrollo de las tecnologías SRM, no se enfrentarán necesariamente a una prueba de coste-beneficio que tenga en cuenta la cantidad de riesgos y efectos secundarios”, afirmó el IPCC en su Quinto Informe de Evaluación en 2014.

Más recientemente, el laboratorio de ideas del Climate Analytics [Análisis Climático] publicó un artículo similar en el que decía que los riesgos serían demasiado altos. Se señaló que la SRM no es una solución global al cambio climático, ya que solo “enmascara el calentamiento temporalmente” y, por ejemplo, no podría salvar los arrecifes de coral de los daños graves.

“La gestión de la radiación solar no se puede detener, revertir o redirigir de ninguna manera al problema de la profunda y peligrosa acidificación de los océanos, que amenaza los arrecifes de coral y la vida marina. Esto ocurre porque no reduce las emisiones de CO2 y, por lo tanto, influye en la concentración atmosférica de dióxido de carbono”, dijeron los autores del artículo, que se publicó en diciembre del año 2018.

“La SRM no contrarresta los demás efectos incrementados de la concentración de CO2 en la atmósfera, que afecta negativamente a los ecosistemas terrestres y a la biosfera marina.”

Los autores también sostienen que la SRM podría perjudicar el potencial de los proyectos de energía solar y afectar a los esfuerzos por producir alimentos, porque reduciría la cantidad de radiación solar que alcanza la superficie terrestre.

Entre el movimiento medio ambiental, algunos temen que este último esfuerzo de investigación podría desviar la atención del cometido fundamental para dar rápidamente el salto de los combustibles fósiles a la energía limpia.

“Experimentar con tecnologías de riesgo como es la Gestión de la Radiación Solar y otras técnicas de la geoingeniería no es la respuesta a la crisis climática actual, sino más bien una distracción peligrosa a la hora de abordar las emisiones en su origen”. Así lo afirma Sara Shaw, la coordinadora del Climate Justice and Energy International Programme [Programa Internacional de Energía y Justicia sobre el Clima]”.

“Seguir las locas fantasías de la geoingeniería solo conseguirá que las compañías que se dedican a los combustibles fósiles dejen a un lado y retrasen la necesaria revolución energética.”

Shaw añade que la interferencia en el complejo sistema climático y oceánico “probablemente provoque unos impactos graves e irreversibles en la gente y en los ecosistemas.”

Por otra parte, Parker cree que los riesgos de la geoingeniería deben sopesarse frente a los del cambio climático, si continúa con niveles peligrosos.

“La quimioterapia es algo horrible, peligroso, desagradable y tiene efectos secundarios físicos muy desagradables, pero las personas que se someten a un tratamiento de quimioterapia se basan en la percepción de los riesgos que tiene el cáncer”, cree Parker.

“Y lo mismo pasa con la geoingeniería solar: nadie en su sano juicio estaría de acuerdo en esta práctica, pero se considera una respuesta a una amenaza posiblemente mayor. Y como cualquier persona que esté intentando hacerse una idea del riesgo que supone, se trata de ponerlos en una balanza.”

Tal y como ocurre con los riesgos de la quimioterapia, solo se pueden entender examinando las consecuencias que supone el cáncer. “Las exposiciones a la geoingeniería solar sólo se pueden comprender observando los problemas que pueden surgir de estas prácticas y dándose cuenta de que las temperaturas siguen aumentando”, añade.

Moore, también señala los impactos del cambio climático como razón para investigar las opciones de la geoingeniería. Hace referencia a algunos de los elementos habituales en el negocio de las emisiones de gases de efecto invernadero, declara. “Existen amplias evidencias de que serán absolutamente desastrosos desde cualquier perspectiva (nivel del mar, agricultura, etc.).”

Mientras tanto, Masahiro Sugiyama, un profesor asociado del Institute for Future Initiatives [Instituto para Iniciativas Futuras] de la Universidad de Tokio (previamente denominado Instituto de Investigación de Políticas Alternativas), define a la ingeniería climática como “una póliza de seguros” digna de mayor investigación.

Sugiyama ha participado en varios proyectos para medir la reacción del público a la idea de la geoingeniería en Japón. Se ha dado cuenta de que el público en general no está muy familiarizado con ella. Este hecho se confirmó cuando Global Ground Media preguntó a finales de marzo a la gente por las calles de Tokio si habían oído hablar de ello.

Sugiyama y otros investigadores dirigieron grupos de debate con los ciudadanos japoneses en el año 2015 sobre el concepto de la geoingeniería en general. Concretamente, sobre las pruebas que se basa en la liberación de aerosoles estratosféricos, algo que requería una explicación.

“La concienciación es muy baja al principio, las personas están realmente asustadas por la posibilidad de que se realicen estas prácticas de geoingeniería, y yo pienso que estaban preocupados por los posibles efectos secundarios de la misma”, declara. “Creo recordar que uno de los entrevistados dijo que esto se debería probar fumigando aerosoles sobre los científicos que defienden esta tecnología.”

Sugiyama afirma que la gente no se atreve porque perciben el sistema climático como algo complejo e interconectado. Saben, por ejemplo, que un accidente ferroviario en una parte de Japón puede provocar interrupciones en toda la red ferroviaria. “Las personas, por su experiencia, piensan que tiene que ser complicado”, explica. “Así que, siempre que modificamos un aspecto del clima, ¿qué tipo de impactos podría tener en otras partes del mismo? Están, naturalmente, preocupados sobre este tipo de efectos secundarios en el ambiente.”

No obstante, Sugiyama dice que los entrevistados del grupo de debate no excluyen la geoingeniería de inmediato, sino que están abiertos a futuras investigaciones, siempre y cuando se pongan en marcha los controles adecuados.

Los investigadores que trabajan en los proyectos DECIMALS deben presentar sus conclusiones a finales del año 2020. Mientras tanto, planean promover el debate sobre las cuestiones que están en juego en sus países mediante talleres con expertos, con los responsables políticos, con las organizaciones no gubernamentales y con el público en general.

Parker mantiene que la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero debe seguir siendo el objetivo principal de la política medioambiental en los gobiernos de todo el mundo, un esfuerzo que debe “aumentar en masa.” La SRM sostiene que se deben percibir como una forma potencial para reducir los riesgos de los gases de efecto invernadero que los países ya han emitido a la atmósfera. La Tierra ya se ha calentado alrededor de 1 grado Celsius por encima de los niveles previos a la época industrial y los científicos del clima han indicado que, incluso si las emisiones derivadas de la combustión de combustibles fósiles finalizara hoy, aún se produciría un calentamiento, debido al tiempo transcurrido en el aumento de la temperatura en el aire.

Los científicos del grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), hizo sonar la alarma el pasado mes de octubre cuando se descubrió que un aumento de 1,5 grados centígrados debe ser el máximo absoluto después del inesperado derretimiento del hielo polar. Según ellos, actualmente la humanidad tiene solo 11 años para reducir las emisiones radicalmente o enfrentarse a las consecuencias.

Cuando se sopesan los riesgos por la posible implementación de la SRM en el futuro, dice Parker, lo que más le preocupa es la dimensión socio-política. En teoría, un país puede elegir desarrollar esta tecnología de forma unilateral y afectar a todo el planeta.

“Así que, ¿qué pasaría en respuesta a eso? ¿Quieres conseguir que la geoingeniería provoque un conflicto e incluso una guerra entre naciones?”, pregunta Parker.

“Aunque la geoingeniería funcionase a la perfección, que nunca lo haría, pero incluso si lo hiciera y supiéramos que no se produciría ningún efecto secundario, ¿cómo conseguiríamos un acuerdo, por ejemplo, entre Rusia y la India sobre dónde colocar el termostato global? Porque, por separado, Rusia podría beneficiarse de un planeta más cálido y parece probable que la India sufriría desproporcionadamente. Entonces, ¿cómo se alcanza un acuerdo, incluso para apagar el sistema?”

La SRM, añade Parker, nunca podrá ser una alternativa a la reducción de las emisiones. “Solo podría enmascarar de forma deficiente los impactos del calentamiento. No sirve para solucionar el problema. Es posible que pudiera ser capaz de reducir algunos riesgos, pero si lo que realmente queremos es un clima futuro sano, necesitamos una enorme reducción de las emisiones, tan pronto como podamos gestionarla.”

Article by Daniel Hurst.
Editing by Mike Tatarski.
Video editing by Katya Skvortsova.
Illustrations by Imad Gebrayel.
Animation by Denis Chernysh.

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