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Las compañías tecnológicas también se están enfrentando a una presión cada vez mayor para actuar ante el problema de la desinformación, a veces más que los gobiernos.
Facebook, que tiene 2.300 millones de usuarios activos al mes por todo el mundo, quizás afronta la mayor presión internacional para mitigar la desinformación de su plataforma. La compañía de Mark Zuckerberg ha contratado a trabajadores locales en varios países asiáticos para revisar y poner en entre dicho los contenidos erróneos o peligrosos.
Sin embargo, Facebook se ha enfrentado a las críticas de los moderadores por el deterioro de la salud mental debido al contenido violento y sexual que resaltan en su plataforma. También se le ha criticado de forma ocasional por el exceso o por la ausencia de control policial sobre contenido específico de Asia.
En particular, con respecto a Birmania, la plataforma hizo un reconocimiento oficial en noviembre de 2018 en el que reconoció que no había hecho lo suficiente para contrarrestar la propagación de la desinformación. Nos referimos a la incitación de violencia racial contra los rohinyá por parte de un grupo extremista y popular, que probablemente contribuyó a la muerte de al menos 10.000 personas.
Este reconocimiento fue un claro recordatorio del poder que tienen las redes sociales para difundir mensajes peligrosos.
Por el contrario, Gómez, de Asia Centre, afirma que las empresas tecnológicas, como Facebook, se enfrentan a un importante retroceso en relación a la desinformación debido a algunos gobiernos asiáticos, a veces hasta el punto de censurar en exceso el contenido. “El objetivo final [del gobierno] es legislar e intimidar a las compañías de tecnología para que censuren el contenido desde la raíz”, declara. “Este es el desafío al que se enfrentan actualmente empresas como Google, Facebook y WhatsApp”.
En un acontecimiento clave que afectó a países de todo el mundo, en enero, WhatsApp comenzó a restringir el envío de mensajes a cinco personas a la vez. Temían que la plataforma se utilizara, de forma deliberada o inadvertida, para compartir información errónea.
Anteriormente, los usuarios podían reenviar mensajes a un máximo de 20 personas o grupos a la vez. El servicio de mensajería encriptada, propiedad de Facebook, ha recibido críticas al respecto por alentar a los grupos a propagar desinformación. El problema es que la naturaleza cerrada de la plataforma conlleva a una imposibilidad de moderar ni verificar el contenido de forma independiente.
Los cambios se introdujeron después de un juicio celebrado en la India el año pasado, tras la propagación de mensajes que condujeron a asesinatos e intentos de linchamiento, según informó Reuters (agencia de noticias en Reino Unido). Sin embargo, es probable que las restricciones solo sirvan para ralentizar, en lugar de detener, la difusión de la desinformación y de la información errónea en la plataforma.
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Article by Rachel Blundy.
Editing by Mike Tatarski and Anrike Visser.
Illustrations by Imad Gebrayel.
Read part 1 and part 2 of this series on disinformation.
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